Por Endika Vásquez

27 de enero de 2021

Fotografía

RAW o JPEG, qué escoger.

A la hora de configurar nuestra cámara por primera vez, una de las decisiones a tomar es el formato de disparo. Esta decisión se suele dividir en dos, JPEG y RAW, con la opción de tomar una captura con ambas simultáneamente. En corto, los JPEG ofrecen muchísima mayor versatilidad, por su gran compatibilidad y poco volumen para la resolución de captura. Los RAW, por otro lado, guardan muchos más datos y no pierden calidad al capturarse.

Primera decisión

Si se es nuevo en el concepto de edición de fotografía digital, los JPEG suelen ser una decisión acertada, pues son reconocidos de forma universal y pueden ser leídos y editados por cualquier software de visualización o edición de fotografía, además de poder ser compartidos vía email o redes sociales sin mayor complicación.

Por otro lado, los RAW solo pueden ser leídos y editados por software especializado, que suele ser proporcionado por el fabricante de la cámara, además de existir alternativas como Adobe, Phase One y DxO. Antes de compartir un archivo RAW, ha de ser convertido a un formato más accesible, sea PNG o JPEG. Si se decide utilizar JPEG para captura de imagen, hemos de escoger el modo de mayor calidad y tamaño que permita nuestra cámara.

Qué es un JPEG

JPEG es referente a Joint Photographic Experts Group, el nombre del comité que definió el estándar del formato, con la extensión .jpg en el archivo. El formato utiliza una forma de compresión con pérdida, de manera que se pierden datos de la imagen cuando esta es guardada, ahorrando espacio. Esta compresión convierte los valores RGB valores de luminancia y coloración. Ya que el ojo humano es más susceptible a los cambios de iluminación que los de color, estos últimos son reducidos de tamaño. Además, analiza los valores de contraste y frecuencia espacial del ojo humano, e iguala aquellos que tienen gran dificultad de percepción. Para ello, divide la imagen en cuadrantes de 8x8 píxeles, que son comparados con 64 patrones de frecuencia, convirtiendo cada bloque de valores de brillo, en un bloque de valores de presencia de cada componente de frecuencia particular, que son comprimidos en función del contraste entre ellos, reduciendo la calidad de imagen a la vez que el espacio ocupado por esta.

El mayor problema de la compresión con pérdida del JPEG surge en imágenes sintéticas, como los gráficos de web, pues los bordes afilados no son comunes en la naturaleza, y son comprimidos por este método, haciendo la pérdida de calidad muy visible y, por tanto, inservible. Para esta clase de objetos, se utilizan otros formatos de imagen que no tienen pérdida, como PNG o WEBP, y mejor aún si se dan valores vectoriales, ya que pueden ser escalados sin pérdida de calidad, por su naturaleza matemática.


Qué es un archivo RAW

Los archivos RAW son comúnmente denominados como negativas digitales, porque al igual que las cintas de 35mm de las cámaras de antaño, el archivo no contiene una imagen como tal, sino que conserva todos los datos para construirla, el máximo que ha podido captar el sensor de la cámara. Además, los ajustes como el balance de blancos y filtros no están aplicados en los metadatos, como lo están en un JPEG, de manera que existe mayor libertad a la hora de modificar la apariencia de la imagen. Estos archivos son normalmente acompañados por un JPEG con los ajustes de la cámara aplicados, para poder ver las imágenes en el explorador de archivos a la hora de abrirla para su edición. Estos ajustes pueden ser desechados por el software de conversión utilizado. Si se dispara con el modo monocromático de la cámara, es posible que veamos una imagen a color al abrirla en Adobe Camera Raw, incluido con Photoshop, o en DxO PhotoLab 4.

Adicionalmente, aún si la extensión de archivo de la imagen RAW es la misma (ARW, ORF, CR3, WR2, etc.) el formato puede ser ligeramente distinto por cada modelo de cámara. De esta manera, cada vez que sale un nuevo modelo de cámara, el software de edición debe ser actualizado para aceptar los archivos. Hoy en día los desarrolladores de las apps de edición son bastante rápidos, de forma que apenas sale un nuevo modelo al mercado, una actualización es lanzada para hacerlo compatible con el flujo de trabajo.

A la hora de editar color

Las imágenes JPEG son archivos de 8 bits, es decir, pueden contener un máximo de 256 valores por canal RGB, un total de 16,8 millones de colores. Los archivos RAW pueden ser guardados en 12 bits(4.096 valores por canal, un total de 68,7 mil millones de colores) o en 14 bits(16.384 valores por canal, 4,4 billones de colores).

Un monitor de tope de gama puede representar hasta mil millones de colores, de manera que no es capaz de reproducir la gama completa de un archivo RAW a 12 bits, pero es más que suficiente para un JPEG.
La ventaja del RAW surge cuando es necesario editar los colores: hay más datos, de forma que se pueden realizar más ajustes sin introducir posterización o bandeado no deseados. Esto es particularmente útil al trabajar con valores de exposición y color extremos, como la edición de los acentos de un retrato. Esa información asiste en el mantenimiento de un aire natural aun si la imagen cuenta con un contraste muy alto.

Recuperar los claros

Un beneficio del mayor rango dinámico de los archivos RAW es que tienen mayor posibilidad de recuperar las zonas cercanas al color quemado de una imagen, haciendo las transiciones más fluidas que en un JPEG sacado simultáneamente. En la escena, capturada simultáneamente en RAW y JPEG, presenta reflejos más naturales en el agua de los que presenta el JPEG, que quema los reflejos.

Potenciando las sombras

Al igual que con los claros, en los oscuros existe menos información en los JPEG, de manera que no es posible aclararlos tanto como en un archivo RAW sin perder detalle, como se ve en el ejemplo:


La toma original fue subexpuesta intencionadamente para aparentar ser completamente negras, y luego aclaradas de nuevo mediante Adobe Camera Raw. La diferencia de nivel de detalle es claramente visible, manteniendo color natural en RAW, con menor ruido en la imagen.

Captura en ráfaga

Para captar momentos en deportes o momentos de acción rápida en general mientras se utiliza una cadencia de disparo continua, el JPEG suele ser mucha mejor opción, al permitir a la cámara disparar muchas más veces por fracción de tiempo. Por ejemplo, una Canon EOS R6 permite capturar hasta 120 imágenes en un lapso de 6 segundos para el formato RAW, mientras supera las 1000 en formato JPEG. Especialmente útil cuando la acción es impredecible y se quiere captar el mejor momento posible.

Conclusiones

Como hemos desgranado en el artículo, ninguno de los dos formatos es capaz de cubrir absolutamente todas las necesidades que uno pueda tener a la hora de captar momentos, pues depende de lo que cada uno piense en hacer tras capturar las imágenes, pero se puede resumir así:
JPEG resalta en la acción rápida, pues los ajustes de la cámara aplicados van directos a los datos de la imagen y permiten su lectura y dispersión sin mayor complicación, por lo que es especialmente útil para aquellos que no editen sus capturas en gran medida, además de ocupar mucho menos espacio por fotografía.
En contraste, RAW es, tal y como eran las negativas antaño, un formato de gran versatilidad que permite editar con muchísima mayor facilidad y sin pérdida de detalle en la mayor parte de la imagen, desde los ajustes de cámara hasta los filtros, todo es fácilmente modificable, pero necesita ser procesado antes de su difusión.


Fuentes: Amateur Photographer, TechQuickie, Leo Isikdogan